martes, 2 de agosto de 2011

Otra afición

Como sabeis no solo se puede vivir con una sola afición a parte de mis sos amores que son mi hija y mi marido (no creo que lo lea pero queda super bien, je,je...) tengo otras pasiones, si la mas preocuopante es la de los zapatos pero tambien me gusta mucho escribir, normalmente escribo otro tipo de relatos pero estamos en veranito y no hay nada mejor que una historia de amor para estas fechas asi que os dejo el relato aqui colgado para ver que os parece.

Un cuento de vida.
Laura apenas tenía tiempo para mirarse al espejo y a pesar del cansancio, necesitaba salir, así que al abandonar la oficina lo tenía claro, no pensaba volver a casa a sentarse delante de la tele con una bolsa de bollos y un paquete de cigarrillos, observo su reflejo en las paredes brillantes del ascensor y decidió que con un par de retoques estaría lista para tomar una copa.
Se soltó el pelo que llevaba recogido en un moño alto y se peino utilizando los dedos, se desabrocho un botón de la camisa blanca y se quito  la americana del su traje de chaqueta, que por su profesión, era su uniforme de trabajo y se estudio con mirada crítica la imagen que se reflejaba ante ella.  No quedo muy satisfecha, pues seguía pareciendo lo que era, una abogada.
Se remango las mangas de la camisa mostrando así su antebrazo, subió un poco la falda que ajusto con el cinturón con el fin de mostrar un poco mas de pierna y esta vez sí que considero que su aspecto era aceptable. Rebusco en su bolso comprobando con alivio que llevaba su bolsita de maquillaje, así que en cuanto piso la calle se metió en la cafetería de debajo de la oficina saludo con un sonrisa a la camarera que le servía todas las mañanas el café y se metió en el baño, se pinto concienzudamente saliendo del mal iluminado cuarto dispuesta a evitar pasar otra noche sola.
Cuando se encontró apoyada en la barra del bar pidiéndole a Natalia, la camarera, una copa se sintió un poco desubicada, la gente por la tarde no era la misma con la que se cruzaba por las mañanas y se le hacía raro ver a grupos de jóvenes charlando animadamente en las mesas que a las ocho de la mañana solían estar vacías, se tomo la copa rápido y se dirigió a un restaurante los más lejano posible de los lugares que solía visitar, con el fin de no encontrarse a nadie de su círculo habitual de amistades.
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Entro en un coqueto italiano y pidió una ensalada que acompaño con una copa de lambrusco rosado, vino que le recordaba siempre a sus borracheras de juventud,  cuando el camarero se acerco con la bebida le dedico una agradable sonrisa y le pregunto.
- ¿Espera a alguien más para cenar?
- No- contesto Laura más alto de lo normal, como si le hubiera ofendido la pregunta. El camarero arrugo el entrecejo y sin decir nada mas retiro los cubiertos que estaban colocados delante de la silla vacía, de su mesa para dos, Laura bajando la vista avergonzada  saco su teléfono móvil para disimular, tenía tres llamadas perdidas pero decidió no mirar de quienes eran, volvió a guardar el teléfono en el bolso obligándose a relajarse, en ese estado de nervios era imposible que ligara esa noche.
Cuando llego de nuevo el camarero con la ensalada, esta le agasajándolo con una de sus mejores sonrisas, esperando que con ese gesto el joven olvidara su brusca contestación, para su sorpresa debió de surgir efecto porque el muchacho le devolvió la sonrisa, mostrando una blanca dentadura; Laura apenas se había fijado en él, al mirarlo de cerca descubrió que no era tan joven como le había parecido al principio, pero aun con todo, era un hombre de lo más atractivo, le dio un gracias atropellado y se concentro en su comida.
El hombre se encogió de hombro como si no entendiera su actitud y antes de marcarse le susurro.
- Me llamo Marco, por si necesita algo. – y sin más la dejo sola.
Laura lo miro con los ojos como platos pero no contesto, centrando toda su atención en su ensalada como si no hubiera oído las palabras del camarero. Durante toda la cena se sintió observada pero por más que intentaba pillarle desprevenido no lo consiguió. Él estaba en su territorio estaba claro que conocía perfectamente todos los ángulos de la barra del bar para poder observar sin ser visto, al final desesperada se levanto de la mesa y se metió atropelladamente en el servicio, necesitaba escapar de semejante vigilancia.
Entro en el pequeño cuarto decorado en tonos blancos y se miro en el espejo, ante ella se reflejo la imagen de una mujer de 35 años ,que por fortuna aparentaba menos edad de la que realmente tenia, el maquillaje tapaba las pequeñas arruguillas que ya empezaban a marcarse en el contorno de sus ojos, se paso la mano despacio por su cara, estaba morena y eso ayudaba a que no pareciera tan cansada, se peino de nuevo pasando los dedos por su larga cabellera castaña , se coloco de nuevo la ropa y se estudio mirándose en el espejo de perfil, no era ni muy alta ni muy delgada pero creía que tenía un cuerpo bonito, bien proporcionado con curvas, mas de las que alguna vez le hubiera gustado tener, pero en definitiva estaba contenta con su aspecto, se valoro con una nota alta, se pinto de nuevo los labios decidiendo atacar por fin al impertinente camarero.
-  Perdona, Marcos.
- Marco- contesto este sin levantar la vista.
- Si bueno perdona, Marco, solo quiero hacerte una pregunta, ¿te puedes acercar un momento, por favor?
- Si – contesto este mientras se secaba las manos y se acercaba de forma remolona al lado donde estaba Laura.
- ¿tienes algún problema? – le pregunto Laura cuando este estuvo suficientemente cerca como para que no la oyeran el resto de comensales.
- no, ninguno.
- ¿entonces porque esta mirándome todo el rato?
Esta vez se encogió de hombros y no contesto, Laura suspiro y espero pacientemente a que este quisiera contestar a su pregunta, parecía que no iba a tener respuesta cuando al final se decidió a hablar.
- Solo quería invitarte a una copa, cuando salga de trabajar, pareces bastante necesitada- contesto mientras en su rostro aparecía una sonrisa socarrona.
Laura no se podía creer lo que había oído, aquel insolente le estaba diciendo que parecía necesitada, no se lo podía creer, si era guapo, eso no lo podía negar ahora que lo tenía a pocos centímetros de su rostro, pero no iba a permitir que un hombre que se resistía a abandonar su look de veinteañero, le dijera semejantes barbaridades, así que se dio la vuelta y volvió a su mesa, el se encojo de hombros de nuevo y volvió a su lugar en la barra, sin haber borrado de su rostro esa detestable sonrisa.
Laura pago la cuenta y se marcho.
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Cuando salido del restaurante no sabía a dónde ir, así que se dirigió a la terraza más cercana que encontró, se sentó en una mesa y encendiendo un cigarrillo, llamo al camarero y le pido una copa, poco a poco su enfado se fue disipando y se concentro en contemplar los modelitos de la gente que pasaba ante sus ojos, cuando estaba pensado en pedir una nueva copa, apareció ante ella.
Llevaba puestos unos vaqueros negros y una camiseta blanca ajustada que marcaba perfectamente todos sus músculos, en su cara todavía se podía ver los restos de la sonrisa socarrona y en su ojos azules Laura vio un destello de triunfo que no le agrado nada, se sentó dejando dos copas en la mesa y pregunto.
- ¿me estabas esperando?
- no, arrogante de… - antes que ella pudiera terminar la frase el coloco un dedo sobre sus labios y le dijo.
- sin insultar, señorita, no le pega nada, usted una ejecutiva, una pijita de la gran ciudad, acostumbrada a tratar con la flor y nata de esta ciudad, no tendria que usar semejante vocabulario.
- No le entiendo ¿si opina eso de mí, porque no deja de molestarme?, Por su comentario no le gusto en absoluto, pero aun así se empeña en molestarme durante toda la cena y venir a incordiarme mientras me estoy tomando una copa tranquilamente, ¿Por qué no se va con alguna de su amiguitas, que no sean tan pija, y se codeen con gente como usted?- y mientras decías esas últimas palabras cogió su bolso y se levanto dispuesta a marcharse de nuevo del lado de ese hombre, pero cuando se dio la vuelta para irse con su dignidad cogida del brazo él la tomo por la cintura y la hizo sentarse de nuevo en la silla.
- he pagado una copa para usted ¿no piensa tomársela conmigo? Pertenezco a la clase trabajadora y no puedo derrochar el dinero.
- Yo también pertenezco a la clase trabajadora – apunto Laura, mientras tomaba la bebida y le daba un largo trago, cuando el liquido paso por su garganta, estaba pensado  que no había preguntado que era, cuando noto el sabor del whisky, lo trago como pudo mientras colocaba de nuevo el vaso sobre la mesa, el sonrió de nuevo y apartando el combinado dijo con cierto sarcasmo.
-Perdona, no había pensado en usted, era de esperar que no le gustaran las bebidas de verdad, seguro que bebe algún coktel de moda que se han invento en Sexo en Nueva York.
- no, simplemente no me gusta el whisky, porque de joven tuve un par de borracheras que me hicieron aborrecerlo,  lo que suelo tomar es un clásico.
- ¿un clásico?
- si vodka con zumo de naranja.
- si se le podía llamar un clásico –  de su garganta salió una agradable carcajada que hizo que varias personas se volvieran a mirarlo – bueno Laura ¿A dónde vamos?
- ¿Cómo sabe mi nombre?
- Lo he visto en su tarjeta de crédito, no sea paranoica, usted ha venido buscando un poco de diversión, así que relájese; que le parece si hacemos un trato, yo empiezo a tratarla como si fuéramos viejos amigos y tú te quitas de una vez esa armadura que te hace andar rígida como un palo, a ninguno de los dos nos apetece pasar la noche solos, tu por aburrimiento y yo por necesidad. – una vez que termino su discurso, parecía verdaderamente satisfecho, se coloco un mechón rebelde que por lo visto se empeñaba en salirse del engominado peinado y se recorto en el respaldo de la silla.
Laura lo contemplo durante unos segundos, estudiando la propuesta que le acabada de hacerle, durante unos segundos pudo ver lo que realmente tenia ante ella, era un hombre que sabía perfectamente lo que le gustaba a la mujeres, era el chico malo de las películas, alto, fuerte, con el pelo negro y la piel morena, vamos un dios griego del extrarradio, no pudo evitar sonreír al tener ese pensamiento y volviendo a la realidad, cogió su bolso se puso de pie, alejándose de la mesa.
 Marco la miro un poco decepcionado pues estaba acostumbrado a que ese discurso le funcionara con ese tipo de mujeres, sin moverse miro como ella se alejaba, pero cuando apenas llevaba un par de metros, se giro y le dijo.
- ¿no piensas levantarte? - en su cara se veía claramente que le había gustado desconcertarle, el que dejo que se apuntara el tanto, así que sin más se levanto la tomo del brazo alejándose de la terraza.
- no has dicho a donde vamos- le susurro Marco de forma seductora.
- vamos a ver, ¿Qué prefieres?
- no entiendo la pregunta, si puedes ser un poco menos criptica, porque como seas así en todos los aspectos creo que esta noche se presenta complicada.
- Perdona no creía  confundirte, tú has sido quien has repartido los papeles, yo soy la frívola adinerada y tú en pobre marginado que tiene que trabajar tras una barra porque la sociedad no le ha dejado cumplir sus sueños, tu rol es mucho mas romántico que el mío, pero si quieres jugar a ese juego no pienso llevarte la contraria, así que mi pregunta es ¿en qué mundo quieres jugar?
- en el tuyo, siempre que pagues tú.
- bueno yo prefería el tuyo, siempre me han parecido más interesantes tus bares que los míos, pero te daré el gusto, han inaugurado un nuevo bar que me han comentado que está bastante bien, pero eso si te digo que de vallas en algún momento, vete, de acuerdo.
- de acuerdo, así que tu mandas – dijo mientras la tomaba de la cintura y le nuevo le decía al oído-por el momento.

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Visitaron unos cuantos locales de moda, llenos de figuras abstractas, techos con lentejuelas plateadas, e iluminados con millones de velas, a las tres de la mañana ya se comportaban como si fueran viejos conocidos, cuando cerraron el ultimo bar se vieron en la calle riéndose sin tener motivo alguno, al final Laura se apoyo en la fachada del bar para no perder el equilibrio y él vio la oportunidad perfecta de empezar a mandar. Se había comportado como un corderito dejándose llevar por ella, ahora esa su turno, así que se acerco como una pantera hambrienta poso una mano sobre su hombro obligándole suavemente a que siguiera apoyada en la pared, le impido la huida con el otro brazo, aunque sabía que ese gesto era incensario, se acerco lentamente hacia su rostro, notando como ella había sido consiente de todos sus movimientos y lo esperaba ansiosa, remoloneo un poco respiro su aroma y le beso en los labios suavemente, se aparto para mirarla comprobando que por fin había tomado las riendas de la noche.
- bueno, creo que tu excursión por tu mundo ha sido de lo más interesante, ¿Qué te parece si la acabamos en el mío?
- oh ¡- protesto Laura- yo no puedo beber más y estoy empezando a estar cansada, ¿porque no nos vamos a la cama?, aquí al lado hay unos cuantos hoteles…
- ¿Por qué no me dejas decidir algo a mi esta noche? – le corto Marco mientras le daba de nuevo un beso para evitar que siguiera hablando- no te propongo ir a ningún bar, conozco un sitio tranquilo, donde no nos molestara nadie.
- bien vale, ahora el guía eres tú – contesto Laura mientras estudiaba con detenimiento el rostro de Marcos, esperando ver como se le caía la máscara de ligón empedernido y aparecía la del psicópata que tenia a sus espaldas la muerte de un centenar de mujeres, no vio nada que encendiera las alarmas, se dejo llevar.
Marco para un taxi.
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Tras un largo trayecto bajaron ante unas puertas de hierro forjado que delimitaban un pequeño jardín, claramente era una propiedad privada pero el alcohol que llevaba en el cuerpo le quito todos los prejuicios que pudiera tener, cuando este le ayudo a saltar la valla no emitió ninguna queja, ya se lamentaría mañana.  Se dejo caer en el mullido césped miro como Marco saltaba ágilmente la reja cayendo a su lado como un felino, él aprovecho su postura y con un ágil movimiento la rodeo con sus brazos, esta miro a un lado y a otro cerciorarse de que nadie los había visto, al comprobar que no había nadie alrededor, se concentro en el hombre que tenía casi encima de ella.
Marco comenzó besando su cuello poco a poco, como si se fuera a romper, mientras que con una mano intentaba desabrocharle la camisa, tras unos minutos de luchar contra un botón un tanto rebelde su paciencia se agoto, tiro de la camisa haciendo que el ojal se rasgara y la prenda dejara de mostrarle resistencia; Laura pensó durante un segundo que era una lástima que una de sus camisas favoritas se hubiera roto, pero los besos de Marco no la dejaron protestar  por si acaso se apresuro a bajarse la cremallera de la falda, pues se imaginaba que eso terminaría por la mañana y no pensaba volver a su apartamento con aspecto de ser la victima de un atraco, el aprovecho ese receso para deshacerse de la camiseta, bajo la luz de las farolas Laura pudo contemplar el magnífico cuerpo que tenia ante ella, un familiar calor recorrió todo su cuerpo haciéndole reír como una colegiala, Marco la miro extrañado e inclinándose sobre ella le pregunto.
-¿hay algo que te resulte gracioso?
- no, especialmente, simplemente he tenido ganas de reír y me he reído, no sé si será el alcohol o la situación, pero estoy contenta, la gente normal cuando está contenta ríe.
El no contesto y a modo de respuesta se concentro en el cuerpo de Laura que pedía a gritos que le prestaran un poco de atención, las horas pasaron como si fueran minutos, cuando se dieron cuenta la indiscreta luz de la mañana les hizo vestirse.
Salieron del Jardín.
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A Marco no le importo mucho su aspecto, incluso parecía orgulloso de demostrar que no había dormido en casa y que había pasado la noche revolcándose en el césped con una mujer, Laura sin embargo intentaba no sin mucho éxito arreglar la camisa que este la había, al final el hombre se desespero y mirándola con severidad le dijo.
- Por Dios, quieres quitar esa cara de culpabilidad, parece que has matado a alguien y deja de intentar abrocharte la camisa ¡no ves que no se puede¡- y con agiles manos cogió los dos extremos de la camisa y se la ato con un nudo, lo miro con ojos críticos y subiéndole el cuello de la camisa, dijo – así esta perfecto.
Laura se miro en el cristal del escaparate y tuvo que admitir que el resultado era bastante aceptable, le sonrió a Marco a modo de agradecimiento, él le devolvió el gesto besándola apasionadamente mientras la tenía que con una mano la mantenía junto a su cuerpo con la otra mano paraba un taxi que se detuvo a su altura.
- Bueno nuestro trato termina hoy, cenicienta, el baile se ha acabado y ambos tenemos que volver a nuestras vidas, espero que te quede un buen recuerdo de esta noche, si necesitas algo ya sabes dónde buscarme – y sin más abrió la puerta del taxi para que esta entrada, Laura se metió en el coche sin dejar de mirarlo, por un segundo sintió lastima de la situación, pero el tenia razón, habían hecho un trato, una noche de diversión, nada más, eran dos adultos que vivían en mundos distintos, eso no podría funcionar, no había salido a buscar un marido sino un amante de una noche, así que se repuso con rapidez y cerrando la puerta se despidió del joven,  no sin antes darle las gracias por la velada tan maravillosa que había pasado.
El fin de semana paso volando, pues el sábado lo paso durmiendo todo el día y el domingo la visitaron sus sobrinos por lo que apenas pensó en él.
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El lunes las noticias del trabajo la mantuvieron lo suficientemente ocupada como para no pensar en su vida social, así que hasta el jueves no tuvo tiempo de pararse a meditar sobre lo que había hecho, cuando por fin se sentó con la bandeja de la cena delante de la tele y miro a su alrededor fue consciente de su soledad, le echaba de menos; Pero eso no podía ser, como puede una persona engancharse a alguien en unas horas, ella no era de esas, esas chorradas solo pasaban en las películas, así que se concentro en la programación del televisor pero para su desgracia parecían haberse aliado en contra suya,  todo lo que ponían eran comedias románticas, desesperada se metió en la cama.
Se durmió rápido, estaba cansada, pero sus sueños no le ayudaron en absoluto, soñó con él, durante dos o tres veces se despertó jadeando y empapada en sudor, eso no podía ser, tenía que tranquilizarse, el viernes por la mañana estaba tan cansada que llamo al despacho y dijo a su secretaria que cancelara todas sus citas; paso todo el día y el resto del fin de semana tumbada en el sofá, comiendo y teniendo sueños cada vez mas subidos de tono. El lunes se ducho, se vistió trabajo durante todo el día cometiendo incontables errores, hecho que le hizo tomar una decisión, tenía que hablar con él.
 Se subió en un taxi y se dirigió al restaurante, cuando entro en el establecimiento, se dio cuenta que Marco no estaba en la barra, en su lugar había un chiquillo con granos que parecía claramente el hijo del dueño, tras remolonear un rato en la barra se decidió a preguntarle por Marco.
- Perdona, chico, ¿sabes si Marco va a trabajar hoy?
- No es su día libre, ¿pero sí le puedo ayudar, yo? – pregunto no sin cierta picardía en su voz.
- No, no puedes – contesto Laura cortante - ¿sabes donde vive?
- Si pero no pienso decírselo, Marco me lo tiene prohibido, si se entera que le he dado su dirección a una de … sus amiguitas, me mata.
- entiendo, no te preocupes, dile solo que quiero hablar con él, esta es mi tarjeta, no creo que me llame, pero si eres tan amable dásela de todos modos.
- Lo hare, no se preocupe, usted me ha caído bien, por lo menos no me ha insultado cuando le he llamado amiguita, y eso es un punto a su favor, le hablare bien de usted.
- Gracias, pero creo que no hará falta, el ya sabe lo que soy. – y con una sonrisa se despidio del joven.
Al día siguiente espero la llamada de Marco, pero no llego y se marcho decepcionada a su casa, se estaba volviendo tonta, acaso pensaba que iba a parecer en un corcel blanco para rescatarla de su aburrida vida, estaba leyendo demasiada novela rosa. Los días pasaron pero no perdió la esperanza, su cabeza le decía que no mirara a ambos lados de la calle buscándolo cuando salía de la oficina y que no cogiera el teléfono móvil como una quinceañera cuando no conocía el teléfono, pero su corazón le hacía seguir haciendo esas tonterías todos los días.
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 El sábado, sobre a las once salió de su casa dispuesta a fundirse la tarjeta de crédito con el fin de distraerse un poco, no lo podía creer allí estaba apoyado en un coche de la acera de enfrente. Sabía que su cara le había delatado pero aun con todo quiso hacerse la interesante y sin más comenzó a andar camino del autobús, él se aparto del vehículo echando a correr mientras murmuraba algo sobre las mujeres que ella no consiguió entender porque estaba demasiado lejos, en la alcanzo sin dificultad y cogiéndola de brazo le dijo.
- Felipe, me dijo que habías ido a buscarme, esperaba que fueras un poco más insistente y volvieras otro día, pero viendo que no era así, he decidido dar el paso yo, fui a tu trabajo el viernes pero ya te habías marchado, tu secretaria no me quiso dar tu dirección pero es fácil de distraer así que la cogí de su agenda, y ahora estoy aquí, llevo dos horas esperando a que salieras de casa, no pude ver bien el piso en el que vivías.  No estoy dispuesto a que me ignores sé que me has visto ¿Qué querías?
- verte.
- Pues ya me ves, ¿algo más?
- Si – Laura dudo si decirle la verdad, pero al mirarlo no se lo pensó dos veces - No sé que me has hecho, me he vuelto como esas idiotas de las novelas rosas que se enamoran del chico malo, me despierto por la noche empapada en sudor, no soy productiva, no puedo seguir así, necesito demostrarme que esto no va a funcionar.
- así que lo que quieres es salir conmigo simplemente para demostrarte a ti mismo que soy un ser inferior a ti que es imposible que lo nuestro salga bien, ¿no crees que esa no es forma de pedir salir a alguien?, si te soy sincero a mi me a pasado algo parecido, no sé porque no dejo de pensar en ti, yo también me digo que somos la dama y el vagabundo, tienes razón esto no saldrá bien.
Laura sonrió ante la idea de ser “la dama y el vagabundo”  sin más se acerco a él y dándole un beso en los labios el dijo.
- vale los dos tenemos razón, esto no va a salir bien, pero si no lo intentamos siempre nos quedara la duda, así que,  ¿si quieres acompañarme?
- ¿a dónde?
- Bueno te voy a desvelar un defecto, soy un poco vaga, así que como no voy al gimnasio, utilizo como deporte una de mis aficiones favoritas, ir de compra, me iba a practicar un par de horas de sesión intensiva, supongo que no querrás venir, pero te lo preguntaba por si acaso.
- no, no quiero acompañarte y además creo que conozco mejores formas de hacer deporte que hiendo de tienda en tienda- y sin más la tomo de la cintura haciéndole retroceder sobre sus pasos, hasta que se encontró metida dentro de su ascensor diciéndole al hombre con el que parecida iba a empezar a tener una relación el piso donde vivía.
Cuando por fin lograron convencerse que sería bueno abandonar el dormitorio para visitar la cocina ya era de noche, Laura lo contemplaba ir de un lado a otro de la cocina mientras cocinaba unos macarrones que se había empeñado en preparar, al final se atrevió a preguntar lo que pensaba.
- ¿y ahora que vamos a hacer?
- vivir – contesto Marco mientras escurría la pasta en el fregadero.
- ¿así de simple?
- si así de simple, nos hemos enganchado el uno del otro, existe una química que no podemos entender, por lo que no merece la pena darle más vueltas, igual mañana o dentro de unos meses uno de los dos se deshaga del hechizo y piense que ya no soporta a la persona que duerme a su lado, o tal vez no despertemos nunca del sueño y vivamos felices y comamos perdices – dijo sin poder evitar echarse a reír.
- Pues si no nos queda más remedido que vivir en un cuento viviremos, solo espero que ninguno de las dos quieras escribir la palabra fin.
Y ambos empezaron a reír mientras se fundían en un tierno abrazo.

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1 comentario:

La Gata con Botas dijo...

Ohhhh! Artista! Pero cómo nos gustarán tanto los chicos malos, jaja!! Sobre todo si son así de monos...

Besos